lunes, 4 de abril de 2011

Cartas de amor de la historia

Les debo mil y un disculpas por mi larga ausencia...cosas por hacer, trabajos,  el ser ama de casa, madre de familia...en parte mis enredos emocionales y mis lios existenciales...es un todo lo que ha hecho que me aleje momentaneamente (mas de dos meses) de estos lares, sin escribir...Lamentable, mi ausencia. Quisiera tener una asistente nuevamente, o por defecto una varita magica...

Demasiados artículos en el tintero se han quedado, post atrasados... parte de culpa mia por perder el tiempo en otras cosas...en fín necesito reivindicarme con todos ustedes a partir de hoy.

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UnheimlicH es una revista dedicada a difundir la cultura y las expresiones artísticas que se encuentran bajo una influencia oscura. Su oferta informativa gira en torno a la música, pero también a la literatura, la fotografía, la plástica, el teatro, la escultura, el cine y demás artes.
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UnheimlicH, una revista que da criterio

Cartas de Amor en la Historia:
Este es un post que quise publicarlo en el mes de Febrero, pues como sabrán algunos, aqui se celebra el dia del amor y de la amistad. 

Y durante todo este tiempo y el anterior he estado pensando que las cartas fisicas, escritas con puño y letra ya no son tan importantes en plena era de la modernidad donde toda la comunicación se hace por e-mails. Recuerdo cuando antes recibia cartas desde España y desde Luxemburgo... sentía una emoción inmensa al tener correspondencia en mis manos.


Carta de Beethoven a su "amada inmortal"

Incluso cuando estoy en cama mis pensamientos van a hacia ti, mi eternamente querida, ahora y entonces alegremente, después otra vez tristemente, esperando para saber si el Destino oirá nuestra plegaria, para hacer frente a vida que debo vivir en conjunto contigo o nunca verte.

Sí, estoy resuelto a ser un extranjero vagabundo hasta que pueda volar a tus brazos y decir que he encontrado mi hogar verdadero con usted y envuelto en tus brazos puedo dejar que mi alma flote hasta el reino de almas bendecidos.
Ay!, desafortunadamente debe ser así.

Debes estar tranquila, tanto más pues sabes que te soy fiel; ninguna otra mujer podrá nunca poseer mi corazón, nunca, nunca.

Oh Dios, por qué debe uno ser separado de aquella que le es tan querida. Para más, mi vida en Viena es actualmente desgraciada.

Tu amor me ha hecho el más feliz y el más infeliz de los mortales. A mi edad necesito estabilidad y regularidad en mi vida, puede esto coexistir con nuestra relación? Ángel, acabo de oír que va el correo cada día, y por lo tanto debo cerrar ésta, de modo que puedas recibirla la inmediatamente.

Mantente tranquila; solamente al tranquilamente nuestras vidas podremos alcanzar nuestro propósito de vivir juntos. Mantente tranquila, amame, hoy, ayer.

Qué nostalgia llena de lágrimas por tí, por tí, por tí, mi vida, mi todo. Todos los deseos a tí. Oh, continúa amándome, nunca juzgues mal el corazón fiel de tu amado.

Siempre tuyo
Siempre mía
Siempre de ambos

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Mi ángel, mi todo, mi yo...

¿Por qué esa profunda pesadumbre cuando es la necesidad quien habla?

¿Puede consistir nuestro amor en otra cosa que en sacrificios, en exigencias de todo y nada? ¿Puedes cambiar el hecho de que tú no seas enteramente mía y yo enteramente tuyo? ¡Ay Dios! Contempla la hermosa naturaleza y tranquiliza tu ánimo en presencia de lo inevitable.

El amor exige todo y con pleno derecho: a mí para contigo y a ti para conmigo. Sólo que olvidas tan fácilmente que yo tengo que vivir para mí y para ti.
Si estuviéramos completamente unidos ni tú ni yo hubiéramos sentido lo doloroso. Mi viaje fué horrible...

Alégrate, sé mi más fiel y único tesoro, mi todo como yo para ti. Lo demás que tenga que ocurrir y deba ocurrir con nosotros, los dioses habrán de enviarlo...

Tarde del lunes... Tú sufres. ¡Ay! donde yo estoy, también allí estás tú conmigo.
Conmigo y contigo haré yo que pueda vivir a tu lado. ¡¡¡Qué vida!!!

¡¡¡Así!!! Sin ti... perseguido por la bondad de algunas personas, que no quiero recibir porque no la merezco.

Me duele la humildad del hombre hacia el hombre. Y cuando me considero en conexión con el Universo, ¿qué soy yo y qué es aquél a quien llaman el más grande? Y sin embargo... ahí aparece de nuevo lo divino del hombre.

Lloro al pensar que problablemente no recibirás mi primera noticia antes del sábado. Tanto como tú me amas ¡mucho más te amo yo a ti!... ¡Buenas noches!
En mi calidad de bañista, debo irme a dormir. ¡Ay, Dios! ¡Tan cerca! ¡Tan lejos!

¿No es nuestro amor una verdadera morada del cielo?

¡Y tan firme como las murallas del cielo


Carta de Edgar Allan Poe a Helen Whitman (fragmento):

He apretado tu carta una y otra vez contra mis labios, dulcísima Helen, bañado en lágrimas de alegría, o de una "divina desesperación". Pero yo, quien tardíamente, en tu presencia, alardeaba sobre el "poder de las palabras" ¿de qué me sirven ahora? Yo puedo creer en la eficacia de las plegarias al Dios de los Cielos, yo puedo efectivamente arrodillarme humildemente, arrodillarme en esta la más formal época de mi vida suplicando de rodillas por palabras, pero las palabras que pueda revelarte, más vale que me permitan yacer desnudo junto a tí, mi entero corazón. Todos los pensamientos, todas las pasiones, parecen ahora mezcladas en este único deseo que me consume.


En 1848 Poe se comprometió con Sarah Helen Whitman, pero el compromiso se rompió por los problemas de él con la bebida.


Carta de Dostoievski a Anna Grigorievna


Homburg, 24 de mayo de 1867.

Ania querida, amiga mía, esposa mía, perdóname y no me llames canalla. He cometido un crimen: lo perdí todo; todo lo que me enviaste, todo, hasta el último kreuzer. Ayer lo recibí y ayer mismo lo perdí. Ania, ¿cómo voy a poder mirarte ahora?



¿Qué vas a decir de mí? Una sola cosa me horroriza: qué vas a decir, qué vas a pensar de mí. Sólo tu opinión me asusta. ¿Podrás respetarme todavía? ¿Vas a respetarme todavía? ¡Qué es el amor cuando no hay respeto! El juego es lo que siempre ha perturbado nuestro matrimonio.

Ah, amiga mía, no me culpes definitivamente. Odio el juego, no solamente ahora, ayer también, anteayer también lo maldije; cuando recibí ayer el dinero y cambié la letra fui con la idea de desquitar aunque fuera un poco, de aumentar aunque sólo fuera mínimamente nuestros recursos. Tenía tanta confianza en ganar algo... Al principio perdí muy poco, pero cuando comencé a perder, sentía deseos de desquitar lo perdido y cuando perdí aun más, ya fue forzoso seguir jugando para recuperar aunque sólo fuera el dinero necesario para mi partida, pero también eso lo perdí. Ania, no te pido que te apiades de mí, preferiría que fueras imparcial, pero tengo mucho miedo a tu juicio. Por mí no tengo miedo. Al contrario, ahora, ahora después de esta lección, de repente me sentí perfectamente tranquilo respecto de mi futuro. De hoy en adelante voy a trabajar, voy a trabajar y voy a demostrar de qué soy capaz. Ignoro cómo se presenten las circunstancias en adelante, pero ahora Katkóv no rehusará. En adelante todo dependerá de los méritos de mi trabajo. Si es bueno, habrá dinero.

Oh, si sólo se tratara de mí, ni siquiera pensaría en todo esto, me reiría, no le prestaría ninguna atención y me marcharía. Pero tú no dejarás de emitir tu juicio sobre lo que he hecho y esto es lo que me preocupa y me atormenta. Ania, si tan sólo pudiera conservar tu amor... En nuestras circunstancias ya de por sí difíciles he gastado en este viaje a Hamburgo más de mil francos, es decir, alrededor de 350 rublos. ¡Es criminal!

No los gasté por falta de seriedad, ni por avaricia; no los gasté para mí. ¡Mis objetivos eran otros! Pero no tiene sentido justificarse ahora. Ahora debo reunirme cuanto antes contigo. Mándame lo más pronto posible, ahora mismo, dinero suficiente para poder salir de aquí, aunque sea lo último que quede. No puedo quedarme por más tiempo en este lugar, no quiero estar aquí. Quiero estar contigo, sólo contigo, quiero abrazarte. Me vas a abrazar, vas a besarme ¿no es cierto? Si no fuera por este clima detestable, por este clima húmedo y frío, me habría mudado ayer, por lo menos a Frankfurt, y entonces no habría sucedido nada, no habría jugado. Pero el clima es muy malo y con mis dientes y mi tos no pude moverme de aquí, pues me aterraba la idea de viajar toda la noche con este abrigo tan ligero. Era imposible, era correr el riesgo de contraer alguna enfermedad. Pero ahora tampoco ante eso me detendré.

En cuanto recibas esta carta envíame diez imperiales (como con la letra de cambio Robert Thore, no son necesarios los imperiales en sí, sino simplemente un Anweisung; como la vez pasada). Diez imperiales, es decir noventa y tantos florines para pagar mis deudas y poder partir. Hoy es sábado, recibiré el dinero el domingo y ese mismo día me iré a Frankfurt, ahí tornaré el Schnellzug y el lunes estaré contigo.

Ángel mío, no pienses que también esto voy a perderlo. No me humilles a tal punto. No pienses de mí tan mal. ¡Yo también soy un ser humano! También en mí hay algo de humano. No se te ocurra de ninguna manera, si no me crees, venir a reunirte conmigo. Tu desconfianza en que voy a llegar me aniquila. Te doy mi palabra de honor de que partiré inmediatamente sin que nada pueda detenerme, ni siquiera la lluvia o el frío. Te abrazo y te beso. Qué pensarás ahora de mí... Ah, si pudiera verte en el momento en que leas esta carta.

Tuyo, F. Dostoievski

P.S. Ángel mío, por mí no te preocupes. Te repito que si sólo se tratara de mí, me reiría y no haría el menor caso. Tú, tu juicio es lo que me atormenta. Es lo único que me causa dolor. Y yo... cuánto daño te he hecho. Adiós.
Ah, si pudiera ir ahora mismo a reunirme contigo, si pudiéramos estar juntos algo se nos ocurriría.


Cartas de Oscar Wilde a Lord Alfred Douglas:


Wilde hace alusión a un soneto que Douglas le había enviado. El joven lord le inspira las más bellas frases de amor. La carta la escribió a los dos años después de haberse conocido.

Tu soneto es absolutamente delicioso, y es una maravilla que esos labios tuyos, rojos como pétalos de rosa, hayan sido hechos tanto para la musica o el canto, como para la locura de los besos. Tu alma delgada y áurea camina entre la pasión y la poesía. Sé que Jacinto, al que Apolo tan locamente amó, fuiste tú en los días griegos.

¿Por qué estás solo en Londres? ¿Cuándo vas a Salisbury? Vé allí y refresca tus manos en la grisácea luz de las cosas góticas, y vuelve aquí cuando quieras. Este es un lugar adorable; sólo faltas tú, pero vé a Salisbury primero.

Con imperecedero amor, siempre tuyo
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Douglas era muy dado a hacer escenas en público, algo que perturbaba tremendamente al escritor. Wilde le escribió esta carta en el Savoy Hotel de Londres.
Marzo, 1893

El más querido de todos los muchachos,

Tu carta era deliciosa, vino rojo y amarillo para mí; pero estoy descontento y triste. Bosie, no debes hacerme escenas. Me matan, destruyen la hermosura de la vida. No puedo verte tan griego y grácil, desfigurado de furor. No puedo oírte decir, con los labios torcidos, cosas abominables contra mí. Preferiría ser chantajeado por todos los chulos de Londres a verte amargo, injusto, odiando. Necesito verte enseguida. Tú eres lo divino que deseo, y lo encantador y lo bello; pero no sé cómo hacerlo. ¿Debo ir a Salisbury?
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Aquí le escribe desde el Club New Travellers.
Julio, 1894

Realmente es absurdo, pero no puedo vivir sin ti. ¡Eres tan deseable, tan maravilloso! Pienso en ti durante todo el día, y echo de menos tu encanto, tu adolescente belleza, la brillante espalda de tu ingenio, la delicada fantasía de tu talento, tan sorprendente siempre en sus repentinos vuelos, cual golondrina, hacia el norte o el sur, hacia el sol o la luna –y sobre todo, a ti mismo-. Lo único que me consuela es lo que la Sibila* de Mortimer Street (a quien los mortales llaman Mrs. Robinson) me ha dicho. Podría descreerla, pero no quiero, y sé así que a principios de enero tú y yo haremos juntos un largo viaje, y también que tu preciosa vida irá siempre mano a mano con la mía. Mi querido y maravilloso muchacho, espero que te encuentres radiante y feliz. (…)

Londres es un desierto sin tus delicados pies, y todos los ojales se han puesto de luto: ortigas y cardos “es lo único que debiera llevarse”. Escríbeme unas líneas, y recibe todo mi amor – ahora y siempre-.
Siempre y con devoción. Pero no tengo palabras para decirte cuánto te quiero.

*La Sibila, una pitonisa de aquella época, anunció el futuro de la pareja, pero sólo en parte.
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En verano de 1894, Wilde se retiró a su casa de Worthing con su familia. Lord Alfred llegó y pasaron unos días con unos jóvenes amigos. Una vez que Bosie se fue, Wilde le envió esta carta:

No estoy haciendo nada aquí, salvo bañarme y escribir teatro. Mi obra es realmente muy divertida, estoy totalmente encandilado con ella. (…)
Percy se marchó un día después que tú. Habló mucho de ti. Alphonse goza todavía de favor. El es mi único compañero, además de Stephen. (…)

Querido, querido muchacho, eres para mí más de lo que nadie piensa; eres la atmósfera de la belleza a través de la cual veo la vida; eres la encarnación de todas las cosas amables. Cuando no estamos en armonía, los colores huyen para mí de las cosas, pero en realidad nunca estamos sin armonía, pienso en ti día y noche.

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El comienzo de la caida en desgracia de Wilde empieza cuando fue encarcelado por sus relaciones con Lord Alfred. La siguiente carta la escribió la primera noche que durmió en la cárcel.
29 de abril de 1895
Esta carta es para garantizarte mi inmortal, mi eterno amor. Mañana todo habrá concluido. Si prisión y deshonor son mi destino, piensa que mi amor por ti y esta idea, esta aún más divina fe, de que me amas recíprocamente, me sostendrán en mi desgracia y me harán capaz, espero, de soportar mi aflicción con más paciencia. Puesto que la esperanza, o mejor aún, la certeza, de encontrarte de nuevo en alguna parte es la meta y el estímulo de mi vida presente, ¡ah!, debo continuar viviendo en este mundo precisamente por eso. (…) No te expongas solo a Inglaterra por ninguna razón, sea la que fuere. Si un día en Corfú o un una isla encantada, hay una casita en la que podamos vivir juntos, ¡oh!, la vida sería más dulce de lo que nunca ha sido. Tu amor ha abierto las alas y es firme, tu amor viene a mí atravesando los barrotes de mi prisión y me conforta, tu amor es la luz de todas mis horas. (…)
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Vuelve a escribir una conmovedora carta a su "niño", ensalzando su amor inmortal:
20 mayo de 1895
Niño mío,
Hoy aguardamos los veredictos, (…) mi dulce rosa, mi delicada flor, mi lirio de los lirios, será a buen seguro en la prisión donde tendré que probar el poder del amor. Veré si puedo convertir en dulces las aguas amargas con la intensidad del amor que te tengo. Hubo momentos en los que pensé que hubiera sido más sabio separarnos. ¡Ah, momentos de debilidad y de locura! Veo ahora que ello habría mutilado mi vida, arruinado mi arte, roto lo acodes musicales que forman un alma perfecta. Aunque cubierto de fango, te enalteceré, te llamaré desde los más profundos abismos. En mi soledad estarás conmigo.

Te quiero, te quiero, mi corazón es una rosa a la que tu amor ha hecho florecer, mi vida es un desierto aventado por la brisa deliciosa de tu aliento, cuyos refrescantes manantiales son tus ojos; las huellas de tus pequeños pies forman para mí valles de sombra, el aroma de tu pelo es cual mirra, y donde quiera que vayas exhalas el perfume del árbol de la casia.
Quiéreme siempre, quiéreme siempre. Has sido el supremo, el perfecto amor de mi vida; no podrá haber ningún otro (…)
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Al cabo de dos años, Wilde (o lo que quedaba de él) salió de la carcel, traicionado, abandonado y sacrificado. Lord Alfred llamó de nuevo a su puerta. Wilde no se dejó tentar, pero como él explicó a su amigo Harris, estaba demasiado solo, demasiado triste y desvalido, cómo iba a renunciar a la llamada del amor. Así que terminó cediendo a las súplicas de Bosie y se reunieron en Rouen-
16 de junio ¿Año?
Mi querido muchacho,
Estoy trastornado con la idea de que no recibes mis cartas, porque esté mal el correo o algo parecido. Me figuro que todo es absurdo, pero tus tres últimas cartas fechadas el 10, 11 y 12 (y considerando que estamos a 16) no responden a lo que te pregunto, en especial a lo tocante a nuestro encuentro.
Te había pedido que vinieras el sábado. Tengo un traje de baño para ti (…)
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La última carta dirigida a Douglas que se conserva, la escribió en un café, el Suisse, de Dieppe, lugar donde solía acudir a pasar las horas muertas, solo.
31 de agosto de 1897
Recibí tu carta hace media hora, y te mando ya unas líneas para decirte que sé que mi sola esperanza de volver a hacer una hermosa labor en arte es estar contigo. (…)
Están todos furiosos porque he vuelto a ti, pero no nos comprenden. Sé que sólo contigo podré hacer algo. Rehaz para mí mi vida arruinada, y nuestra amistad y amor tendrán así un significado diferente para el mundo.

Hubiera deseado que al encontrarnos en Rouen, no hubiéramos vuelto a separarnos. Hay ahora anchos abismos de espacio y tiempo entre nosotros. Pero nos amamos mudamente, buenas noches, querido.
Siempre tuyo,
Oscar


En septiembre de ese año viajaron juntos a Nápoles, pero nada de lo dicho y prometido por Douglas se cumplió. Cuando Wilde se quedó sin dinero, el frívolo e incorregible lord le abandonó. Esta segunda traición fue el golpe de gracia: ya no se volvería a reponer.

Oscar Wilde se enamora de Alfred Douglas, un joven aristócrata escocés, conocido como Bosie, quien sería el más grande amor de su vida. Pero la familia de Albert se enfrenta a Óscar, acusándole de sodomía, lo que le llevaría en 1895 a ingresar en diferentes cárceles, terminando en la Carcel de Reading. Nadie entendía este amor. La mente envilecida de un juez anquilosado en lo pretérito y obsesionado con una ética dudosa, pudo más que la razón y la verdad esgrimidas. Sufrío tres años de presidio. Arruinado espiritualmente, pasó el resto de su vida en París, bajo el nombre falso de Sebastian Melmoth.

Cartas pertenecientes al libro "Cartas de amor salvaje(s)", de Paula Izquierdo. Grupo Santillana de Ediciones, S.A. Ediciones El País.





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